Algo que deberíamos tener en cuenta, para
conducirnos por esta vida o simplemente como un recordatorio, un modelo que
está ahí, son las enseñanzas de Sun Wu (mejor conocido como Sun Tzu, según el
título que se le otorgó), estratega militar chino. Pues aunque a veces la
historia desmerita sus logros alegando que nunca existió tal hombre, y en
realidad la creación de El arte de la
guerra es obra de distintos autores, no se puede negar que dicha obra ha
sido relacionada directamente con Sun Tzu, y que gracias a él (según creencia
popular), tenemos a nuestra disposición a día de hoy uno de los documentos más
enigmáticos, en cuyas páginas se describen las estrategias, maniobras y plan de
acción para abordar una guerra.
¿Debería preocuparnos la existencia de un
texto así a día de hoy? Con tantos conflictos políticos y religiosos, donde el
Hombre se debate moralmente como lo hacía hace 500 años, como lo hacía hace 700
o 1000. Yo estoy seguro de que el arte de la estrategia, de la planeación y el
planteamiento es mucho más antiguo que Sun Tzu, pero ha sido este el que logró,
relativamente bien, juntar ciertos conceptos y modos de proceder, adheridas con
maestría oriental a pensamientos filosóficos que harían temblar a Confucio, para
llegar a una conclusión sobre cómo abordar un conflicto, la guerra, una
batalla, con los menores recursos y consecuencias posibles. Combatir
mentalmente apoyándose de los conocimientos y la inteligencia.
“El fin justifica los medios”, dijo Nicolás
Maquiavelo. Esta frase tendría su origen remoto en las enseñanzas holísticas de
Sun Tzu, pues él decía que para ganar una guerra no hacía falta combatir
directamente con el enemigo, ni usar la fuerza bruta para demostrar algo. Él
era un estratega, por lo que su fuerza recaía en la manera de actuar en el
campo, ganando terreno, conociendo al enemigo y explotando sus debilidades.
¿Suena esto familiar, acaso? Ahondemos más:
Sun Tzu decía que para ganar una guerra, había que tener un conocimiento previo
muy grande sobre tu enemigo, para así poder anticiparte a sus movimientos,
además de, y lo recalca como un elemento importante y decisivo: tener la
influencia moral de tu lado. Es decir, conseguir que la gente, que tu pueblo,
te apoye. Que estén contigo. ¿De verdad no les suena familiar?
Hoy en día las enseñanzas de Sun Tzu,
pactadas en ese momento con tinta sobre paneles de madera del grosor de
palillos chinos, se emplean con fines ajenos a la conquista de territorios o el
derramamiento de sangre enemiga. Se han adaptado sus palabras al deporte, a los
negocios, a la política incluso. Así es, ¿no es evidente? La política, los
mandatarios nacionales y de organismos internacionales, aunque no lo veamos
directamente, muchos usan las tácticas de Sun Tzu para conseguir sus objetivos.
Porque el fin justifica los medios y Sun Tzu hacía ver al fin, a los objetivos,
como lo más importante y por lo cual se llevaban a cabo toda una marejada de
batallas mentales.
Podemos observar, pues, que el elemento más
importante (según El arte de la guerra)
se presenta en la política: tener la influencia moral de tu lado. ¿Qué es un
gobierno sin el pueblo? ¿Un organismo sin la gente, los votantes, las masas?
Absolutamente nada. Es crucial para llegar y, más importante aún, mantenerse en
el poder, que las masas te apoyen. Que estén contigo. Pero además de eso,
podemos ver cómo la política es una guerra entre partidos con el mismo fin. ¿Y
en la guerra quién gana? ¿El más fuerte, el que mata más, el que derrama e
infunde miedo? No, gana el que usa el conocimiento y la estrategia mejor, para
poder luchar sin ir a la guerra en sí. Claro que no todos hacen esto; no todos
usan las enseñanzas de Sun Tzu, y precisamente quienes las ignoran son los que
pelean a ciegas. Por lo general, pierden. Son derrocados por su gente, sufren
golpes militares, no logran controlar por mucho tiempo la economía, las
relaciones de su país, o cualquier cosa. Ciertos factores empiezan a notarse y
con ellos viene el pánico, o el mal obrar. Pasa en las películas, pasa en la
vida y pasa en TNT. Pero sobre todo pasa en la vida, pues son muchos, pero
muchos, los gobiernos que en la actualidad padecen.
Podemos ver cómo en la política, por
ejemplo, se aplican diversos conceptos de El
arte de la guerra: el conocimiento previo de tu enemigo, la explotación de
las debilidades que va de la mano con la evasión de las fortalezas, la
necesidad del buen entendimiento entre el General y los soldados, el
sentimiento de liderazgo, etcétera. Y esto también se remarca en el ámbito
deportivo, de hecho. Y en los negocios.
El arte de la guerra es
más que una guía para vencer en combate. Es una guía para prevalecer en la
vida. Por ahí una vez escuché a un conferencista japonés, el cual era un
empresario exitoso y daba una charla sobre cómo conseguir el éxito en los
negocios y en la vida. En un momento dado él dijo que el objetivo de la vida es
escalar la pirámide y, una vez arriba, prevalecer. No dudo ni por un momento
que ese hombre haya empleado los consejos de Sun Tzu para llegar adonde llegó.
Y hoy, después de algunos años, por fin puedo razonar eso que dijo (lo único
que me quedó en la mente de la conferencia).
“La manera como un general sabio puede
alcanzar el éxito más allá del hombre común, es a través del conocimiento
previo”, uno de los principios de El arte
de la guerra, el cual creo indicado para finalizar esta reflexión.
— El misántropo autor.
Antonio Alejandro Meola, 25.953.005 (El misántropo autor)